lunes, 23 de mayo de 2011

Me gusta cuando llueve

La humedad me gusta, una cuestión de complicidad entre nubes en el cielo y nubes en mi cabeza. Con la lluvia me llueven los sueños, el amor pausado y húmedo, con sus silencios y canciones, con su tristeza a cántaros en tiempos de sequía, su esperanza de fortuna al final de las luces de colores. Llueve. Mas allá de pronósticos de inundaciones y virus gripales.
Como aquel sonido único de la lluvia sobre el techo de zinc en mitad de la noche, ¿alguien conoce sensación semejante? Solo el sonido de las ruedas de un carro sobre el asfalto mojado produce en mí tal expectación.

Me gusta cuando llueve. Recordar la edad en la que era una aventura correr bajo la lluvia, contra la predicción maldita de gripe segura que nuestras madres sellaban en nuestra cabeza. Entonces no era extraño verse desnudo recorriendo las calles tras esa magia que las nubes parían sobre las caras felices. Ahora tan lejos esa estampa. ¿Por qué ya no? Ahora sólo un sueño. Otro renglón a agregar en mi lista de cosas importantes para hacer en la vida, la escena que siempre editamos en este film colectivo: bajo la lluvia, correr desnudos por las calles siendo inequívocamente felices.

Mis ojos se abren a los idiomas de la muerte


Mis ojos se abren a los idiomas de  la muerte
 el día de la Luz en tus manos es un número rojo  que causa risa solo en el sueño

Tu cuerpo en quietud plena ya no alcanza mis orillas. ¿A dónde voy sino al abismo verde de tu palabra muerta?

Ninguna parte  son mis pies, a ninguna hora mis manos escriben y la nada asciende en noches de caracol, en la angustia lejos del mar, lejos, del mar lejos en tormenta.

La luz de mis ojos  ya no la retienen los espejos  divago como una ausencia ancestral en la memoria del tiempo, ¡mi nombre  borrado antes de que la tinta humedezca el papel!

lunes, 16 de mayo de 2011

El tercer hecho, la tercera persona o la tercera es la vencida.?


La primera vez la luz atraviesa el pecho como una lanza que da cosquillas y es de vez en cuando espinosa. El temor circunda rápidamente. R-e-s-p-l-a-n-d-o-r-e-s.


A la segunda iluminación se abren ante los pasos estelas y antorchas, aunque bién podrían ser velas de cenas romanticas o fuegos producidos de maneras sospechosa, pero en fin c-o-n-s-e-t-l-a-c-i-o-n-e-s Vivas y se Viven con un terror magnífico.
Noches blancas y días espumosos.

Es la tercera occasion y vuelven a encenderse luces de alas que por el viento inicia el ritual de las llamas.