Mis ojos se abren a los idiomas de la muerte
el día de la Luz en tus manos es un número rojo que causa risa solo en el sueño
Tu cuerpo en quietud plena ya no alcanza mis orillas. ¿A dónde voy sino al abismo verde de tu palabra muerta?
Ninguna parte son mis pies, a ninguna hora mis manos escriben y la nada asciende en noches de caracol, en la angustia lejos del mar, lejos, del mar lejos en tormenta.
La luz de mis ojos ya no la retienen los espejos divago como una ausencia ancestral en la memoria del tiempo, ¡mi nombre borrado antes de que la tinta humedezca el papel!
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