La sal serpentea abismos prolongrando este grito de arena que me rompe pulmones y cristales.
Hay tanta miseria inundando esta noche de pestañas rotas.
Sangre, la sangre precipita este latir que pronto agotará la marcha, la canción de todos cae al alba a golpe de furia y pistolas.
¡Cuánto azul en los espejos y vapor en los pies!
Cantar al amor y la vida, de paz y locura, cantar sin ángeles y ser de todas partes, pertenecer al mundo y al verso, volar al despuntar el día y la música es ahora silencio.
Se ha separado la noche del día con una herida atravesando en el pecho y la melodía.
Es la voz a pulmón y las cuerdas, contra todo, infinita y etérea como todos los poetas.
Es la Poesía la vida y está en nosotros, es la muerte, la puerta.
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