miércoles, 13 de julio de 2011

Cabralmente vivido




 La sal serpentea abismos prolongrando este grito de arena que me rompe pulmones y cristales.

Hay tanta miseria inundando esta noche de pestañas rotas.
Sangre, la sangre  precipita este latir que pronto agotará la marcha, la canción de todos cae al alba a golpe de furia  y pistolas.

¡Cuánto azul en los espejos y vapor en los pies!

Cantar al amor y la vida, de paz y locura, cantar sin ángeles y ser de todas partes, pertenecer al mundo y  al verso, volar al despuntar el día y la música  es ahora silencio.

Se ha separado la noche del día con una herida atravesando en el pecho  y la melodía.

Es la voz a pulmón y las cuerdas, contra todo, infinita y etérea como todos los poetas.
Es la Poesía  la vida y está en nosotros, es la muerte, la puerta.

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